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Una máquina tensora estabiliza la placa aplicando tensión controlada antes del corte, lo que reduce el movimiento vibratorio que provoca la deformación. Por ejemplo, sujetar la placa en puntos estratégicos minimiza las concentraciones de tensión localizadas.
La máquina cabezal preforma los bordes de la placa, asegurando una distribución uniforme del material. Al crear un borde biselado o cónico, se reduce la probabilidad de que el borde se doble durante el corte. Este paso es fundamental para materiales propensos a recuperarse, como el aluminio o el acero inoxidable.
La máquina cortadora moderna integra controles adaptativos para ajustar la velocidad de la hoja, la velocidad de avance y los mecanismos de enfriamiento. El corte a alta velocidad genera calor, por lo que el enfriamiento sincronizado (mediante chorros de aire o sistemas de niebla) evita la expansión térmica. Los sistemas guiados por láser mejoran aún más la precisión al compensar las variaciones del espesor del material.
Los operadores deben calibrar estas máquinas según las propiedades del material. Las placas más gruesas pueden requerir velocidades más lentas pero mayor tensión, mientras que las más delgadas exigen ángulos de hoja más finos y un enfriamiento rápido. Esta estrategia holística garantiza una deformación mínima, optimizando el rendimiento y la calidad en industrias como la automotriz y la electrónica.

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